Cuando llegues a Cangas del Narcea recuerda que estás en tierra pésica, clan de los Argamónicos, habitantes de estas tierras allá por los siglos 4 al 6 antes de Cristo.
Es esta tierra un verdadero sueño vegetal, donde te encuentras una de las manchas boscosas más extensas, cuidadas y representativas del bosque atlántico en Europa, con senderos vertiginosos e inalterados que nos brindan el escenario perfecto para los deportes al aire libre, bien sea en bici, andando, corriendo o simplemente invitándonos a la reflexión.
Pero Cangas del Narcea, más que un concejo, parece un continente en miniatura, por donde viaja el oso pardo cantábrico a sus anchas, siendo además una auténtica reserva de arquitectura medieval, renacentista, barroca o contemporánea; un lugar donde podrás coger gusto a la pólvora y al buen vino, o donde podrás sentirte un peregrino subiendo al Santuario del Acebo.
En tierra Pésica, conocerás pueblos de ensueño, de bucólica presencia, y tradiciones antiguas como la de los ferreiros o la de la cerámica negra de Llamas del Mouro, verás monasterios de imponente historia y arquitectura como el de Corias, o podrás pasear por una de las villas históricas y monumentales más notables de toda Asturias.
Cangas se caracteriza por la autenticidad y espectacularidad de sus paisajes, y la espontaneidad y bonhomía de sus gentes.
Todo ello la convierte en el lugar perfecto para disfrutar del deporte al aire libre, dándonos además la oportunidad de vivir una aventura completa y brindándonos la posibilidad de conocer a través de sus senderos y carreteras, una cultura y tradiciones que permanecen inalteradas con el paso del tiempo. En definitiva Narcea Tours os brinda la posibilidad de convertiros en Pésicos.
Lo primero que te llegará de la villa de Cangas del Narcea y capital de este concejo inmenso es el animado ambiente que destilan sus calles, a cualquier hora del día e incluso de la noche. Cangas es un lugar acogedor donde los haya donde nunca te sentirás extraño. Pasear por sus calles y descubrir su casco histórico es una auténtica delicia.
Cangas del Narcea es una de las villas con mayor número de palacios y casas blasonadas en su corazón urbano de toda Asturias, y contemplarlos es contemplar la historia de esta parte del suroccidente asturiano. Verás como las casas principales se alzaban en la parte alta de la villa, mientras en la parte baja iba creciendo el pueblo, y es precisamente en esta zona donde te encontrarás barrios tan antiguos como el de Entrambasaguas – donde se encuentra la capilla del Carmen – o el del Cascarín.
Recorrer la calle Mayor, o la calle la Fuente, la de Arrastraculos o Sol mercáu, la plaza de la Oliva con su Basílica de Santa María Magdalena, y tantos y tantos rincones te dará el verdadero pulso de la vida canguesa, una vida tranquila pero animada donde no se perdona el vermú, o un buen Vino de Cangas, o el café y la tertulia al atardecer, y por supuesto la cena y las copas, sin olvidar el deambular por sus coquetas tiendas en busca de productos de la comarca o de cualquier detalle distinto que se te pueda antojar.
También te encontrarás un Monumento al Minero, que preside una de las animadas plazas de la villa, y que da fe de la actividad minera de la zona, especialmente la minería del carbón en el último siglo, si bien el concejo de Cangas del Narcea también conserva vestigios de la minería del oro en la época romana.
Y, por supuesto, no olvides contemplar sus puentes: casi en un golpe de vista puedes ver seis, de todas las etapas y diseños, y descubrirás así que Cangas es la villa fluvial de Asturias con más puentes y con más curiosidades, porque por ejemplo su puente colgante -obra del arquitecto cangués José Gómez del Collado – fue la primera obra civil donde se utilizó tela de gallinero…
En definitiva, en tu paseo por Cangas sentirás que propios y foráneos se funden en sus calles en deliciosos e inolvidables momentos…
El Monasterio de Corias, hoy convertido en un emblemático alojamiento de la Red de Paradores Nacionales, es visualmente impactante y poderoso. A escasos tres kilómetros de la villa canguesa, Corias es un lugar que te impresiona por su grandiosidad y por su paz en medio de un valle angosto bañado por el río Narcea.
El llamado popularmente “escorialín asturiano” se encuentra rodeado de viñedos, y la rotundidad de sus proporciones y superficie – tiene veintiséis mil metros cuadrados – le confieren una atmósfera especial, que comprobarás “in situ” cuando visites sus claustros, su iglesia y conozcas su intensa historia a través de las visitas guiadas auspiciadas desde el propio Parador.
El Monasterio de San Juan Bautista de Corias, desde la Edad Media hasta hoy, ha marcado el devenir de la vida canguesa. Primero los Benedictinos y después los Dominicos hicieron de este cenobio en el corazón del occidente asturiano uno de los centros de cultura y docencia más destacados de España, además de fomentar el cultivo del vino, tan arraigado en la zona por el benigno microclima de esta parte del territorio astur.
En el Parador Monasterio de Corias se percibe claramente el espíritu monacal, y en recintos como la biblioteca se hace palpable, porque el marco y el ambiente resultan envolventes.
El Monasterio de Corias, es un impresionante edificio de estilo neoclásico hoy Parador Nacional, que se ubica en la localidad de Corias, a escasos kilómetros de Cangas de Narcea. Este pequeño pueblo esta lleno de misterios, leyendas y lugares que dejan volar tu mente lejos del mundanal ruido.
El monasterio, originalmente, data del siglo XI y fue concebido como un regalo por parte de los condes Piñolo y Aldonza, quienes tuvieron cuatro hijos, que murieron a edades muy tempranas. Como eran personas muy acaudaladas, al verse sin descendencia, decidieron donar sus posesiones a los monjes benedictinos, creando así el monasterio.
Cuando los condes decidieron fundar el monasterio querían mantenerlo en secreto, con el paso del tiempo no se ponía ninguna piedra y cuanta la leyenda que el mismísimo DIOS se le aparecío a uno de sus siervos, encomendándole la misión de decirse a sus señores dónde construir el monasterio y a quién consagrarlo: San Juan Bautista. Por miedo a represalias por su desfachatez al dar su opinión, Suero decidió reservarse dichas visiones hasta que, en un momento dado, el propio Dios propinó una bofetada a Suero para que contase las visiones y que debía cumplirse la palabra de Dios.
De esta forma, comenzó la comunidad de monjes benedictinos en el entorno de Corias. Gracias a esta comunidad, gran parte de la Comarca del Narcea, vive una cultura del vino sumamente arraigada. El aislamiento geográfico que sufría el suroccidente asturiano respecto a sus vecinos de la costa, provoco que el vino se convirtió en moneda de cambio de los monjes.
Parece que un edificio no adquiere notoriedad si no sufre alguna desgracia, como un incendio. El monasterio de Corias no iba a ser la excepción; en 1744 el fuego se cebó con prácticamente toda la estructura salvándose, milagrosamente, la iglesia. Es a partir de este momento cuando el edificio adquiere el tamaño actual, gracias en parte a los planos de Ventura Rodríguez, quien permite la integración de la iglesia renancentista con la nueva planta neoclásica.
Pero realmente, los dominicos llegaron hace 150 años a un monasterio abandonado por los benedictinos con motivo de la desamortización en 1836.
El edificio ha acogido diversas funciones desde su fundación allá en el siglo XI. Una de sus últimas funciones fue la de Instituto Laboral, desde la década de los 60 hasta los 80. Para entendernos, era lo más parecido a lo que hoy conocemos como Formación Profesional, y los que allí estudiaban estaban hospedados en régimen de internado. Nos contaba la guía que aún los antiguos alumnos vienen al hoy reconvertido parador para rememorar el frío que hacía en esos pasillos. Y es que hoy lo que vemos con gruesas ventanas de vidrio hace no mucho solo se protegía con unas contraventanas de madera: la lluvia y la nieve no accedían al interior, pero eso no les libraba de las corrientes de aire gélido.
Desde 2013, pertenece a la red de Paradores, siendo un revulsivo para la comarca del Narcea y, en general, todo el suroccidente.
El monasterio dispone de 365 ventanas, exactamente el mismo número de días que tiene el año. Asimismo, las escaleras de todo el claustro tienen desgastada la parte derecha de los peldaños ya que los monjes siempre debían desplazarse por la derecha.
En la biblioteca, hoy completamente restaurada, pueden verse cientos de marcos de diferentes tamaños, los cuales dependen del tamaño de la obra que marcan. Pero, en realidad, en la biblioteca no está colgado ningún cuadro: se trata del trampantojo. Tan común en las casas de Toledo, el juego de luces y sombras simula que hay algo colgado en la pared cuando, en realidad, son paredes lisas. Esta sensación se hace aún mayor cuando los ves desde cierta distancia.
Cangas del Narcea es sinónimo de bosques, no en vano dentro de sus límites se encuentra el mayor robledal de España y uno de los mejor conservados de Europa – Muniellos. 55 km2 de montes, valles, ríos y bosques con mucha historia y solera que, desde 1964, se han mantenido prácticamente vírgenes. Atravesarlo, para acceder a las lagunas del Pico de la Candanosa, es una experiencia -más que recomendable para los amantes del senderismo-restringida a un máximo de 20 personas diarias.
La ruta hacia Muniellos te pondrá en el camino hitos singulares como el puente medieval de Regla de Perandones, o el pueblo de Moal, que luce espléndido al pie del bosque del mismo nombre y por el que transcurre una más que interesante ruta de senderismo.
A media que avanzas en el camino y la masa boscosa de Muniellos se deja ver, la sensación es de inmensidad vegetal. Y es precisamente esa inmensidad vegetal el mejor ecosistema para la vida del oso pardo cantábrico. Aquí esta especie única tiene su refugio perfecto, y eso hace que Cangas del Narcea sea uno de los espacios oseros más importantes de la cornisa cantábrica.
Para aproximarse a la vida de este plantígrado te recomendamos grandes dosis de paciencia y respeto al medio, y por supuesto acercarse hasta alguno de los miradores oseros dispuestos al efecto para observar la fauna autóctona y más concretamente el oso pardo.
Así por ejemplo, uno de los más bellos te lo encontrarás en la subida al puerto del Connio, otra de esas rutas panorámicas con las que cuenta Cangas del Narcea. Puede que no veas osos pero la sola contemplación del paisaje es de lo más gratificante.
La naturaleza te envuelve constantemente en Cangas del Narcea, no en vano el municipio forma parte de la Reserva de la Biosfera conocida como Fuentes del Narcea, Degaña e Ibias.
Son muchos los paisajes de gran pureza que se extienden por su casi infinito territorio y entre ellos destaca el Cueto de Arbas, uno de los montes más emblemáticos de Cangas del Narcea, y a cuya falda se encuentra una laguna de origen glaciar de belleza espectacular.
La del Cueto de Arbas es una ruta preciosa a la que llegas subiendo por el puerto de Leitariegos – también con vistas bellísimas y donde se encuentra el mirador osero de Brañas D’Arriba -. Antes de llegar cruzas el pueblo de Leitariegos que con sus 1525 metros de altitud es uno de los más altos de Asturias.
Sin duda estarás ante uno de los paisajes más increíbles de todo Cangas del Narcea.
Una vuelta por el concejo de Cangas del Narcea te lleva a un descubrimiento que, de buenas a primeras, te resultará chocante teniendo en cuenta que estás en Asturias, y es que donde esperabas encontrar pomaradas verás viñedos.
El benigno microclima del suroccidente asturiano ha propiciado una tradición vitivinícola que hizo que desde tiempo inmemorial en las casas canguesas se hiciera vino en vez de sidra.
Esta tradición engendró una extendida afición y vocación por las viñas, que hace que Cangas se haya convertido en los últimos veinte años en un emergente destino vitivinícola con su propia DOP Vino de Cangas. Y como no podía ser de otra manera – dado el carácter lúdico y expansivo de los cangueses – esta actividad es la protagonista de la otra gran cita festiva del año: La Vendimia, un festival que este año se celebra entre los días 10 y 13 de octubre, cuando se inicia la recolección de la uva. Catas de vino, visitas a bodegas y llagares, vendimia infantil y mercado son algunas de las actividades más destacadas que llenan de ambiente no solo la villa, sino las distintas bodegas y viñedos que existen en el entorno de la capital canguesa.
Con el aliciente de que algunas de estas bodegas y viñedos son visitables, y de que en el mismo Cangas tienes un Museo del Vino, con un paseo de dos kilómetros a la vera del río…
Cuando eches un vistazo al paisaje, tu retina se estremecerá al observar las viñas colgadas de la ladera de la montaña, como si fuesen alpinistas que intentan hacer cumbre. Verás Viñas viejas y viñas nuevas que se proyectan sobre el verde intenso de las montañas. Verás palacios encaramados en riscos, con sus estilizados chopos, como si de un paisaje toscano se tratara. Verás un monasterio con viñedos… Y caerás en la cuenta de la heroicidad de esta viticultura tan singular.
Si la naturaleza es prodigiosa en Cangas del Narcea, sus muchas aldeas no desmerecen en absoluto. En este itinerario te proponemos adentrarte en el Valle del río Cibea, uno de los numerosos valles que conforman el paisaje cangués, y disfrutar con la contemplación de pueblos como Llamera, Sonande o Carballo, por citar algunos ejemplos.
En todos ellos contemplarás la vida rural en su expresión más auténtica, además de disfrutar de la hospitalidad de sus gentes, y del importante patrimonio histórico y etnográfico que en forma de palacios y casas blasonadas, de hórreos y paneras, de mazos y fábricas de corriente, o de caserías imponentes caracterizan la fisonomía de la mayoría de las casi trescientas aldeas que tiene el concejo más grande de Asturias.
A apenas diecisiete kilómetros de la villa de Cangas del Narcea, y en el límite con el concejo de Allande, está Besullo, uno de los pueblos más guapos y carismáticos de la zona.
Besullo conserva intacto su encanto de antaño y la pureza de las construcciones típicas del occidente asturiano. Y también conserva en excelente estado su mazo, donde en otra época elaboraban sus piezas los ferreiros del lugar, dado que en Besullo existió una importante tradición de forja, llegando a contar con veintiséis talleres en activo. Este mazo se ubica en un idílico entorno y lo podrás comprobar si haces la visita guiada.
En definitiva, este coqueto pueblo encaramado en una loma puede presumir de muchas cosas y una de las más notables es la de ser el lugar donde vio la luz el genial y afamado dramaturgo Alejandro Casona.
Casona está omnipresente en el pueblo que le vio nacer, no solo por la devoción generalizada que le profesan sus paisanos, sino porque cuenta con un Centro de Recepción de Visitantes Alejandro Casona ubicado en las antiguas escuelas, y porque todo Besullo está lleno de referencias al insigne escritor, desde su casa natal, que luce una inscripción en el exterior, hasta la iglesia parroquial de San Martín de Besullo, que también tiene una placa-homenaje al dramaturgo en su entorno.
La memoria del escritor está tan viva que cada año una de sus obras es representada en las calles de su pueblo… Y es que Besullo cuenta con rincones muy especiales, como literarios, como sacados de una de las obras del propio Casona.
Uno de esos rincones es el que nos lleva hasta la capilla de Las Veigas y otro el de la capilla de la Magdalena, que debe ser una de las capillas más encaramadas de toda Asturias, porque se encuentra en lo alto de un peñasco que domina todo el valle
En tu deambular cangués no te puedes perder un detenido paseo por el Prau El Molín, el epicentro de la famosa Descarga que se celebra cada año el 16 de julio, festividad de la Virgen del Carmen y que organiza la Sociedad de Artesanos de Cangas del Narcea desde hace más de cien años.
Cuando cae la tarde del Día del Carmen, el cielo de Cangas se transforma en una mancha inmensa de pólvora gracias a la suelta masiva de voladores en honor a la Virgen que ininterrumpidamente se lanzan al cielo durante siete u ocho minutos. Es una fiesta única en España y si te coincide merece mucho la pena disfrutarla con la pasión con la que viven los cangueses esos días y que inunda todos los rincones de la villa, de día y de noche.
Pero, aunque no sean las fiestas del Carmen, el Prau El Molín, con su monumento a los tiradores de la Descarga, y con sus espléndidas vistas a la capilla del Carmen y al Puente Romano, con el susurro de las aguas del Luiña y el Narcea al juntarse allí mismo, y con su verde intenso y su piscina fluvial, te transportará al día mismo de La Descarga, sentirás incluso el olor a pólvora…
Cangas del Narcea es un territorio donde lo ancestral viene a ti. Las viejas tradiciones se mantienen a veces gracias al esfuerzo y la constancia de unos pocos. Este es el caso de la familia de Jesús Rodríguez, la única que sigue elaborando cerámica negra en Llamas del Mouro.
De esta manera, este pequeño pueblo ubicado a 22 kilómetros de la villa canguesa está en el mapamundi merced a unas piezas cerámicas originales, únicas, resistentes y perfectas para la conservación de los alimentos.
La familia Rodríguez, con taller y tienda en este pueblo, es la artífice de que Llamas del Mouro sea el único pueblo del occidente de Asturias donde se mantiene viva esta tradición.
El Santuario del Acebo es uno de los Santuarios Marianos de Asturias. Por esta razón el goteo de peregrinos es constante durante todo el año, y como cuenta María Alvarez – que lleva más de cincuenta años con su puesto de recuerdos allí – “llegan de todos los sitios de Asturias, especialmente del occidente, y también de otros países de Europa y América”.
La propia María rememora un dicho popular que reza “del Acebu al cielu y un agujeru pa velu”, y es que la paz en este Santuario se respira, y las vistas panorámicas en el Alto del Acebo te dejarán con la boca abierta. Será como tener una visión de 360 grados de todo el concejo de Cangas del Narcea, que impresiona no solo por su belleza sino también por su inmensidad.
La visita al Santuario del Acebo, no muy distante de la villa de Cangas del Narcea, es una agradable excursión que puedes hacer a pie, en coche, en moto o por cualquier otro medio que te resulte placentero…
La tranquilidad del Santuario y su agradable entorno para el paseo, o sencillamente para hacer un alto en el camino y tomar algo te dejan con las ganas de volver. Seguro que El Acebo te quedará grabado como uno de los recuerdos idílicos de tu viaje cangués.
El barrio de Santiso tiene sus orígenes en el monasterio medieval que allí existió y del que se conserva la capilla. Hasta mediados del siglo XX, las únicas edificaciones que existían eran las bodegas, propiedad de vecinos de Llamas de Ambasaguas, situado a 800 m ladera arriba.
Al otro lado del río Luiña y a una distancia de 500 m se encuentra otro interesante conjunto de bodegas, el de Las Escolinas (con 34 bodegas propiedad de vecinos de los pueblos de Robledo, Villaxemada, Borracán, Rañeces, Rocabo, La Braña, Villanueva y el propio núcleo de Las Escolinas, que, igual que Santiso, fue núcleo bodeguero mucho antes que núcleo de población).
En la actualidad el popular barrio bodeguero de Santiso, alberga el Museo del vino de Cangas del Narcea, el cual tras las obras de ampliación, abrió de nuevo sus puertas al público el día nueve de julio del 2010.
El edificio, de nueva planta, presenta un diseño elíptico, similar a una cesta, con una enorme carga arquitectónica dentro del respeto por el entorno. El diseño, en su conjunto, pretende ofrecer al visitante un paseo por la cultura del vino de Asturias. La exposición permanente del Museo consta de tres edificaciones contiguas: El visitante descubre en el edificio principal seis zonas temáticas divididas en dos salas.
Podremos realizar un recorrido por los trabajos de la viña, su milenaria historia y las singulares características naturales que hacen de este vino un producto único, así como las diferentes tareas y calendarios tanto de viña como de bodega con sus múltiples peculiaridades. El recorrido nos permite conocer también una extensa exposición de piezas, cada una de ellas con una singularidad casi única. Continuará la visita en un segundo espacio accediendo por la parte trasera del museo a un cobertizo donde podrá contemplar una exposición de grandes piezas, únicas por ser concebidas para dar solución a las necesidades especificas. Podrá observar además una plantación y unos emparrados tradicionales con las variedades de vid autóctonas. Por último, podrá descubrir también, en una tercera edificación contigua al museo, una bodega tradicional asturiana con un viejo lagar de viga cuya edad se aproxima a los quinientos años de antigüedad.